Luis Nieto

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Escritor, cineasta y guionista uruguayo.

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RESPUESTA A JUAN GROMPONE

El pasado viernes 30 de junio, la Tertulia de los viernes de Radiomundo, recibió a Mauricio Rosencof, en su 90 cumpleaños, y en carácter de antiguo integrante de la Tertulia.

Dejando de lado las palabras referidas al cumpleaños y algunas anécdotas sueltas, Juan Grompone había llevado tres inquietudes para conocer de primera mano, en tanto Rosencof fue exintegrante de la dirección tupamara.

Una de las interrogantes que había encontrado en el nuevo libro de Rosencof (“Con la raíz al hombro”), estaba referida a los documentos desclasificados en Estados Unidos que apuntan a que de haber gana- do el Frente Amplio las elecciones de1971, Uruguay podía haber sido intervenido militarmente por ese país. Rosencof no fue muy concreto en su respuesta por más que en ese tema sí pudo haber sido concreto, porque era el único punto relevante que él conocía directamente. En realidad, sin conocer el documento desclasificado, sí se puede afirmar que el Frente Amplio tuvo información de que había una amenaza cierta por parte del gobierno dictatorial brasileño, presidido por Emilio Garrastazú Médici. Militares próximos al entorno de Seregni le hicieron llegar la información, y el FA puso en conocimiento de la Dirección del MLN dichos planes.

Hubo una coordinación entre el MLN y el FA, y por intermedio de este con un sector del Ejército que el MLN nunca supo bien a quién representaba. El plan de la dictadura brasileña se llamó 30 horas, porque suponían que ese era el tiempo que le llevaría a Brasil hacerse con el control del Uruguay. Por órdenes de la Dirección Nacional del MLN se comenzó a trabajar en un plan de contención en la zona este del país, tocándole a nuestra columna el relevamiento desde la frontera brasilera hasta Montevideo, la elección de los lugares desde donde se podía emboscar al ejército brasilero, con la intención de enlentecer la llegada a Montevideo.

Lo que trascendió posteriormente fue que Bordaberry había sido al que pidió al gobierno de Garrastazú Médici que interviniera en Uruguay en caso de un triunfo del FA. Se hicieron los relevamien- tos, se eligieron los puntos donde esconder el poco poder de fuego del que disponía el MLN, y éste se quedó esperando novedades. En tanto el FA sacó una votación insuficiente (18%) el plan de defensa quedó en la nada.

La segunda duda que Juan Grompone le planteó a Rosencof fue sobre las libras que el MLN había enviado a Bolivia, en apoyo del ELN de ese país. Rosencof le aclaró que no habían sido libras sino armas que el MLN había conseguido en el asalto al cuartel de la Marina. El exintegrante de la dirección del MLN demostró no saber mucho de esa operación porque lo que se le envió al ELN fueron libras esterlinas, no ar- mas, donación que la guerrilla del ELN agradeció.

El oro de Mailhos dio para eso y mucho más. Uno de los participantes en el asalto a las oficinas de Mailhos, que dirigió Efraín Martínez Platero, se metió en el abrigo un plato de porcelana de Sèvres para regalárselo a la novia. Cuando Martínez Platero se enteró, días después, hizo que el compañero desleal devolviera a la oficina de Mailhos lo que había sustraído como botín personal.
Pero las libras, que eran una verdadera fortuna, trajeron muchos dolores de cabeza, incluyendo la muerte de Gutiérrez Ruiz. Al parecer, Rosencof se atribuye una negociación para financiar El Debate, en la que no interviene, y que sí protagoniza otro compañero del comando del interior. Esa negociación incluyó otros aspectos, como el pedido de tregua para intentar un golpe contra el gobierno de Pacheco.

El supuesto ofrecimiento del MLN correspondió a expreso pedido de los miembros del Partido Nacional, todos hechos que son, además, conocidos desde 2015. Entre medias verdades, dichas de forma confusa y breve, Rosencof deja correr que él había ofrecido a Gutiérrez Ruiz, y a dos dirigentes blancos una canti- dad de libras para financiar el diario El Debate, sin que los blancos tuvieran que devolver nada; era a fondo perdido, o no tan perdido, para el MLN.

Si Rosencof hubiera sido ofendido por el MLN, si hubiera habido algún cuestionamiento en su contra (y pudo haber habido varios) se podría justificar su tentación de tomarse la revancha y sacar los secretos del MLN al sol. Pero no fue así, él ha sido uno de los que ha contado la épica de la guerrilla, ha maquillado las acciones armadas, y el propósito mismo de la or- ganización armada con una prosa juvenil, y hasta de boliche. Así es que revela esa relación con el Partido Nacional, en la que él ni siquiera intervino personalmente; fue otro integrante del Comando del Interior, que después integró el Ejecutivo, y que tuvo muchos más años de MLN que Rosencof.

Cuando el contacto con el Toba cae preso lo suplanta Nelson Berreta Hernández, que se hace matar en un intento de fuga porque era consciente que sabía demasiado, y que lo esperaba una tortura despiadada. Rosencof, una vez más, se vistió con plumas ajenas para dar una versión piola de las relaciones entre el MLN y el mundo de la política legal, como si todos fueran amigos repartiéndose las libras de Mailhos.

De lo que Rosencof jamás habló fue sobre los asesina- tos de Roque Arteche y del peón Pascasio Báez, porque Rosencof era integrante del Ejecutivo, y uno de los que tomó esas decisiones.

La historia del MLN no fue la continuación de la leyenda medieval de Robin Hood. Esto que pasó en Uruguay fue una tragedia que trajo una brisa, un viento y un huracán de la que todavía la sociedad uruguaya no se ha repuesto, tampoco las institucio- nes, la educación, la salud y la economía. Con esas cosas no se debería hacer caricaturas, como las que hizo Fernández Huidobro. Si a principios de la déca- da del sesenta Uruguay era un país pacífico, y todavía tenía recursos humanos como para salir de la crisis, y, en cambio, se hundió en un enfrentamiento innece- sario, qué podría pasar hoy que la democracia es más frágil, y está cuestionada un día sí y otro también por el fuego amigo.

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